Estoy pasando por una pérdida emocional. Si, ya sé que no soy ni la primera, ni la última, más sin embargo, una de las lecciones que he aprendido a lo largo de mi vida, es a hacer nada.
“Cuando no sepas que hacer, no hagas nada”
-!!!¿Cómo???!! – me pregunté yo, hace algunos años. No entendía la filosofía, pasaba por tantas cosas que requerían de acción, necesitaba definir las cosas y las necesitaba ¡ya! El problema es que no sabía cómo. No tenía ni la más mínima idea, en mi cabeza sólo había dudas, incertidumbre, desesperación, ansiedad y urgencia. Todo mi mundo se había volteado de cabeza y ahí estaba yo, tratando de no dejarme vencer, de sacar soluciones. Intenté muchas cosas y lo único que hacía era acrecentar más las dudas, meterme en un sinfín de problemas, hiriendo gente a diestro y siniestro. Hasta que alguien me dijo esa incomprensible frase. Y aunque no la entendía, decidí llevarlo a la práctica, un buen día, en lugar de cuestionarme, no hice absolutamente nada. Dejé que el día corriera y empecé a aceptar. Acepté por ejemplo, el hecho de que era gay, pero… ¿Qué iba a pasar si resultaba que no?!No podía hacer nada en ese momento! No lo iba a resolver en ese minuto, las cosas estaban pasando así. Si llegaba a sentir que no, pues entonces ya haría otra cosa. Y poco a poco, se fueron apagando mis crisis ansiosas que no son otra cosa más que exceso de futuro, y fui saliendo de la depresión, qué es exactamente lo opuesto, vivir en el pasado. Y entonces descubrí el maravilloso arte de no hacer nada.
Así aprendí muchas cosas más. Por ejemplo que hay límites y que tienes que diferenciar si es el momento de aceptar y no hacer, a cuando llega el momento de actuar. Yo siento que debe de usarse, sólo cuando a una duda, respondes con otra pregunta y mientras te enfocas en uno sólo de tus problemas. Siempre uno a la vez. Verás que sin pensarlo, se van resolviendo los demás, poco a poco.
Hoy vuelvo a pasar por la misma situación. Después de varios años, he vuelto a sentir ese nudo en la garganta, ese miedo en el estómago. Volví a golpear paredes preguntándome ¿Qué hacer?, ¿A quién recurrir?, ¿Cómo solucionarlo?, ¿Qué es lo correcto?. Tantas cosas pasaban por mi mente y me creía tan a salvo de mi misma, que actué sin pensar. Herí los sentimientos de algunas personas, incluidos los propios. Tal vez el daño está hecho, pero en mis manos está el no seguir haciéndolo. A veces necesitas rayar ciertos límites o tocar algunos fondos, para darte cuenta de que necesitas ayuda. Si estás pasando por algo similar, escucha bien esto: no lo hagas solo. ¡Busca ayuda! Profesional, alternativa, médica, psicológica, religiosa; la que quieras. El chiste es bajarle un poquito al orgullo, a la mentalidad que tenemos los humanos de no rendirnos. A veces rendirse, es hacer todo lo contrario. Por eso hoy, aunque mis impulsos son muchos, quiero dejar de meter la pata… así que hoy decidí no hacer nada. Cuando tenga claridad actuaré, cuando mis pensamientos, mis sentimientos y mis acciones estén coordinadas, entonces será el momento. ¡Deséenme suerte, estoy fuera de práctica!